Desde tiempos immemoriales, el vino ha sido y es una fuente constante de inspiración de expresiones artísticas. La narrativa, la poesia, la música, la pintura, la escultura u otras manifestaciones culturales, han encontrado a menudo en el vino el instrumento ideal para expresar lo mejor del arte. A lo largo de la historia encontramos en nuestra cultura referencias constantes al mundo del vino y de su capacidad socializadora para acercar personas de procedencias diversas, invitándolas a disfrutar, compartir y experimentar sensaciones especiales.
El vino es un tema recurrente y omnipresente en la cultura culta y popular mediterránea, el vino une la antigua tradición clásica con el presente más actual, es el cordón umbilical que ha forjado a lo largo de los siglos una civilización, una forma de entender la vida y el mundo, convencidos que sin su presencia éste no sería exactamente igual.
Por todo lo dicho, no es estraño que David Carabén de Mishima y Sergi Montalà encontraran en el vino el elemento aglutinador, un espacio ideal para las confidencias y coincidencias. Un vino que inspira parte del repertorio poético/musical de David Carabén y que coincide con la visión innovadora, moderna y contemporànea de Sergi Montalà a la hora de entender los vinos.
En definitiva, David Carabén representa una forma de ser más urbana e intimista y Sergi Montalà, tiene esta visión amplia del Camp, en mayúsculas, que invita a experimentar múltiples sensaciones que emanan de unas tierras que acumulan más de veinte siglos de tradición vinícola.